Preguntas frecuentes

Aquí encontrará una serie de respuestas a preguntas habituales que surgen al tener un familiar adicto o bulímico. Si tiene dudas o inquietudes, escribanos a Puente Bretaña y le responderemos a la brevedad.

DEPENDENCIA QUÍMICA .... ¿UNA ENFERMEDAD TRATABLE?

La dependencia química, mas comúnmente conocida como adicción, es una enfermedad crónica y progresiva, que afecta tanto al individuo que la padece como a su entorno familiar social y laboral.

Su etiología es bio-psico-sociales o sea los factores que la causan son biológicos (genéticos) y psicológicos. Esto debido a que los conflictos del individuo influyen en los hábitos de consumo porque el entorno determina estilos de conducta y también por fa oferta de sustancias adictivas.

El tratamiento por lo tanto debe abarcar estos tres niveles para ser realmente efectivos.

Por mucho tiempo, la adicción se consideró una debilidad o un vicio pero el conocimiento científico ha permitido entender que se trata de una enfermedad y actuaImente existen formas cada vez más eficaces para su recuperación.

ANOREXIA Y BULIMIA

 Trastornos Alimentarios

El departamento de trastornos alimentarios ha sido creado para la investigación y tratamiento de las alteraciones del comportamiento alimentario (anorexia y bulimia nerviosa). Compuesto por un equipo de asistencia interdisciplinaria, ofrece tratamiento de régimen interno y/o externo.

Conceptualización del trastorno

Entendemos los trastornos de la conducta alimentaria como una patología de carácter bio-psicosocial en la que confluyen alteraciones de carácter físico, conductual, congnitivo afectivo emocional, social y familiar, y cuya manifestación sintomatológica más evidente consiste en una preocupación exagerada por el peso y la figura que acaba de traducirse en una fobia a la comida y al propio cuerpo, el cual es considerado como el atributo principal en la valoración de la autoestima.

El progresivo deterioro físico comporta un empeoramiento en el resto de las áreas afectadas, iniciándose así una espiral de gravedad.

En cuanto a su etiología, igualmente compleja, intervienen determinados factores de predisposición relacionados con características de la personalidad, rasgo cognitivo entorno, entorno familiar, naturaleza genética y alteraciones afectivas, así como otros factores de carácter social. Junto a estos cabe considerar factores precipitantes como los cambios corporales durante la pubertad eventos estresantes o imagen corporal insatisfactoria. Debemos atender por último a los factores de mantenimiento, que generalmente son una consecuencia de los propios síntomas de la enfermedad y que favorecen su asentamiento.

En los últimos años es cada vez mayor la población afectada por esta enfermedad, extendiéndose a un margen de edad más amplio por arriba y por abajo. Su incidencia aumenta en progresión geométrica, lo que lleva a hablar en la actualidad de una auténtica epidemia que desborda en gran medida los medios de que dispone la asistencia pública, principalmente a nivel de hospitalización.

Metodología de Intervención

Nuestro centro considera los trastornos de la conducta alimentaria desde un punto de vista bio-psicosocial, punto de vista que reclama una metodología de intervención interdisciplinar.

El equipo de trabajo está formado por profesionales pertenecientes a diversos campos sanitarios cuyo propósito es obtener una visión del problema lo más amplia posible.

Nuestra intención es intervenir en todos los aspectos alterados sin limitarnos a aquellos que solamente se relacionan con la conducta de ingesta y con la recuperación de la forma física. Esto es muy importante si se pretende tener en cuenta la prevención de posibles recaídas, riesgo que se incrementa cuando el tratamiento es excesivamente medicalizado.

Todos los profesionales interactúan desde el primer momento en el diseño y elaboración del tratamiento instaurando un plan personalizado, aunque en el marco de una metodología común, para cada paciente.

¿QUÉ SUCEDE A LA FAMILIA DE UN ALCOHOLICO O DE UN ADICTO A LAS DROGAS?

Se sabe que los dependientes al alcohol y/o a las drogas presentan características físicas, emocionales, psicológicas y espirituales propias de su enfermedad. Pero la dependencia química es, también, una “enfermedad familiar”: se enferman uno o más miembros de la familia, desarrollando “codependencia” y estos codependientes muestran también, una serie de características de personalidad observables en el contexto de su relación con el alcohólico o el adicto a las drogas.

A continuación se mencionan algunas características propias de los codependientes. Estos criterios incluyen una diversidad de sentimientos, de formas de pensar y de actuar:

1. Negación de la dependencia química y de la codependencia.

El codependiente no ve el comportamiento inadecuado del dependiente químico. Para esto, concientemente aleja de su mente los problemas relacionados con el enfermo o éstos son filtrados antes de llegar a su conciencia; en otros casos, los justifica con diversas explicaciones o considera que las causas de estos problemas están fuera del enfermo.

2. Disminución de la auto-estima.

El codependiente cree que al preocuparse por el dependiente químico (alcohólico o drogadicto), olvidando sus propias necesidades, ayudará a controlar la enfermedad y las situaciones difíciles causadas por ella. Por lo tanto, a medida que aumente la dependencia química, disminuirá la autoestima del codependiente como consecuencia de su fracaso y desilución.

3. Enfoque errado acerca de la fuerza de voluntad.

El codependiente cree que puede controlar, sólo a través de su esfuerzo y voluntad, tanto los sentimientos y conductas del enfermo como los propios. El codependiente no acepta que hay situaciones más allá de nuestro control y que todo ser humano presenta limitaciones.

4. Confusión de identidades.

El codependiente confunde la propia identidad con la del alcohólico y/o adicto a las drogas: el significado de lo que él vale, aumenta o disminuye con el éxito o fracaso del dependiente químico; para que él esté bien, el enfermo deberá comportarse correctamente; si el dependiente químico bebe o consume drogas, el codendiente se sentirá responsable, ya que no ha podido detenerlo./p>

A los anteriores, deben agregarse algunos de los siguientes criterios:

Dominio exagerado de las emociones – depresión- ansiedad – vigilancia exagerada de las situaciones y de los estados emocionales del dependiente químico – uso de drogas y/o alcohol – haber sido víctima de violencia física o sexual – haber permanecido en estrecha relación con un alcohólico o drogadicto, por lo menos 2 años, sin pedir ayuda.

Todos los criterios mencionados se entrelazan, se superponen y se refuerzan mutuamente.

Las características de la codependencia son tan numerosas y complejas, que nadie posee todas. Sin embargo, se establecen constelaciones de ellas que permiten clasificar a los codependientes como:

El Mártir o Capacitador . Esta es la más común de las formas de codependencia. El Mártir es “demasiado bueno”, se siente orgulloso al considerarse responsable de controlar el consumo del enfermo; fundamenta su auto-estima en esta continua lucha. Es protector y sacrificado y proyecta una familia sin problemas.

El Perseguidor . Siente rabia y amargura; culpa al dependiente químico de los problemas y tensiones de la familia.

El Apático . Aparentemente, deja de importarle el problema. Muestra poca emoción. Logra cierta paz, pero siente confusión y ansiedad.

El Compañero de Consumo , quien cree que la mejor forma de comunicarse y controlar al alcohólico o adicto a las drogas, es consumiendo con él.

Hay indudablemente, otras facetas de codependencia además de las ya descritas y no existen reglas ni límites para separar una de otras. Por otra parte, la ausencia de rasgos reconocibles de codependencia no implica, necesariamente, que ella no exista.

Felizmente, la codependencia, como la dependencia química, es una enfermedad que tiene tratamiento. La recuperación no es simple, ni rápida. Es un proceso que implica diversas etapas y se realiza a través de terapia individual y de terapia de grupo. Si Ud. pertenece a una familia en que hay un dependiente al alcohol y/o a las drogas, pida ayuda a un profesional especializado.

Al recuperarse, el codependiente aceptará su limitaciones, no se culpará por no poder controlar la situación y no sentirá que ha fracasado. Aceptará que no sólo no puede controlar las emociones y sentimientos de otros, sino que tampoco los propios.

Para el codependiente, el resultado de su tratamiento será el fin de la negación y de los esfuerzos inútiles por controlar lo que estaba más allá de su control.

¿QUÉ PUEDE HACER LA FAMILIA U OTROS CERCANOS A UN ADICTO AL ALCOHOL Y/O A LAS DROGAS, SI EL O ELLA NO DESEA TRATARSE?

Hasta ahora, los cercanos al dependiente químico han tratado de convencerlo de que reciba ayuda, confrontándolo en forma inadecuada, en tono acusador o descalificador o a través de ruegos y lágrimas, para que abandone el consumo.

Pero los dependientes al alcohol y/o a las drogas han perdido contacto con la realidad y están incapacitados para darse cuenta de sus actitudes y conductas compulsivas, agresivas, autocompasivas, irresponsables.

¿Qué pueden hacer entonces, los que los aman y se preocupan por él o ella?
La respuesta a este problema es la Intervención.

La Intervención es un proceso a través del cual se presenta la realidad a una persona que ha perdido contacto con ella; se realiza en forma que el dependiente químico pueda recibir y comprender el mensaje que se le trasmite. Su objetivo principal será que el enfermo acepte ayuda de especialistas en el tema. La intervención y el tratamiento siguiente permiten interrumpir los efectos dañinos y progresivos de la enfermedad, ya que la persona adicta abandonar el consumo de sustancias químicas que alteran artificialmente el ánimo y desarrollará nuevas formas de enfrentar sus necesidades y problemas, cambiando su estilo de vida.

Para realizar un Intervención se necesita preparación especializada lo que implicará varias sesiones de aprendizaje. Mientras mejor preparados estén los que participen en ella, mejor serán también los resultados. Los participantes (cónyuge, hijos, hermanos, padres, amigos, compañeros de trabajo o estudio, empleador o profesor etc.) deberá tener influencia (poder) sobre el enfermo; no podrán ser dependientes químicos “no tratados” y deberán comprender y aceptar el alcoholismo y la dependencia a las drogas como una enfermedad crónica, primaria y progresiva, que no puede ser controlada mediante la fuerza de voluntad.

Los que realicen una Intervención aprenderán a expresar sus emociones, a reunir información objetiva relacionada con el consumo del enfermo y a hablarle en forma directa, con claridad, sin juicios valorativos y con cariño y preocupación.

Al actuar en grupo, tendrán la ventaja de poder vencer los argumentos del dependiente químico con mayor facilidad que actuando aisladamente; podrán demostrar que se trata de un problema serio, ya que todos presentarán distintos hechos asociados con el consumo y expresarán los sentimientos que éstos les han producido; se sentirán apoyados mutuamente y soportarán mejor lo penoso de la situación.

No es fácil decidirse a participar en una Intervención: hay temor de perder la confianza de la persona intervenida y puede sentirse que se la está traicionando, al planificar algo en forma oculta. Por el contrario, la Intervención no es una confrontación, representa un acto de empatía, de preocupación por la persona querida (no por la enfermedad), no es un castigo y con ella se impedirán daños permanentes y una muerte prematura.

Por otra parte, la familia y todos los que intervienen alivian sus tensiones y temores, se dan cuenta de que no están solos, han aprendido sobre la enfermedad y no se sienten culpables, se produce entre ellos una atmósfera de cambio, de apoyo y de comprensión mutua.

Los efectos de la Intervención son acumulativos. Si no se tiene éxito la primera vez, se deberá seguir tratando en la misma forma. El dependiente al alcohol y/o a las drogas no podrá continuar negando que consume, habrá aprendido que la suya es una enfermedad que tiene tratamiento, que no es un vicio, que ha dañado a otros.

Recuerde que la realización del proceso de Intervención requiere preparación especializada. Pida ayuda a un profesional del área.

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